domingo, 20 de septiembre de 2009

El halago debilita

El halago debilita. La semana de elogios para el juego del Tenerife en las dos jornadas disputadas tuvo un efecto desolador en Mallorca, de donde salió goleado y humillado. El recordatorio, su etiqueta de recién ascendido, lo trae de regreso a la Isla grabado a fuego en su piel. Faltó intensidad en la presión, agresividad en la disputa, electricidad arriba y disciplina táctica en general, además de cabeza para pensar en el siguiente partido y evitar expulsiones inútiles cuando la derrota ya era una evidencia. Fue un desastre el conjunto insular. Un desastre al que contribuyó desde el banquillo José Luis Oltra con cambios que, lejos de solucionar algo, permitieron al rival hurgar en la herida durante la segunda parte.

El Ono Estadi, que parece más un teatro que un estadio de fútbol por la escasa animosidad de sus espectadores, presenció una primera parte que debería ser denunciable. El prometido por Manzano ofensivo cuadro balear no lo fue tanto y, sobre todo, careció de continuidad. Esta virtud tampoco la tuvieron los blanquiazules, completamente anulados en el centro del campo. El técnico local fijó a Víctor y Valero como "vigilantes" de Ricardo, que no se liberó durante los primeros 45 minutos, mientras que Román Martínez se anuló solo. El mediocentro argentino está demasiadas veces por delante del balón y, de espaldas, poco o nada se puede organizar el juego ofensivo de un equipo.

El 1-0 resultó demoledor

A todo esto, hay que añadir lo más preocupante del juego de los de Oltra en el arranque: una falta de ritmo imperdonable en defensa, lo que provocó algunos acercamientos peligrosos del rival. El primero fue una carrera de 30 metros de Josemi al que ningún defensor visitante salió al paso. El lateral, ya dentro del área, disparó a las nubes (6'). Ni Marc Bertrán mostró su habitual seguridad defensiva y, por su lado, llegó un centro de Julio Álvarez que Aduriz cabeceó demasiado flojo (15') y el gol. Otro centro desde la izquierda del ataque mallorquín, que Mario Suárez remató a la red (16'). En medio, una posible falta sobre Sergio Aragoneses en el salto que no señaló Rubinos Pérez.

La reacción no llegaba y los minutos, entre interminables parones, pasaban sin que el Mallorca se viera en apuros. De hecho, la primera intervención de Aouate le pilló tan frío que casi se traga una falta lejana lanzada por Ricardo al área (23') En el córner resultante, el israelí reaccionó bien para despejar un buen remate de cabeza de Richi (24'). El madrileño fue también el protagonista de la otra ocasión tinerfeña, pero estuvo lento en la definición después de que Alfaro le dejara solo ante el portero local (39'). Pese a estas últimas aproximaciones, la mejor noticia para el Tenerife fue el intermedio. El tiempo para la necesaria reflexión. Tocaba aclarar las ideas. La realidades que, con muy poco, el cuadro bermellón había logrado adelantarse en el marcador, pero la diferencia de potencial no había quedado plasmada sobre el terreno de juego. Vamos, que el margen de mejora para el Tenerife era aún notable. Y factible.

Lejos de eso, la salida de vestuarios no pudo ser peor. Cierto es que a los 30 segundos Manolo Martínez ya lo intentó, sin éxito, desde lejos. Pero la realidad es que, en 13 minutos, el Mallorca sentenció el partido y hundió a la escuadra canaria. Dos de sus peores defectos se pusieron de manifiesto en el segundo y tercer tanto de los baleares. Román, nulo con el balón en los pies ayer, protagonizó una pérdida, Marc desalojó su banda para intentar una recuperación suicida y su espalda la aprovechó Ayoze. El tinerfeño, sobrio durante todo el encuentro, puso un centro que ganó Aduriz en el segundo palo a Luna (51'). Ya con el desorden propio de ver perdido el choque, desaparecieron los insulares. Borja Valero se dio un festín en el centro del campo y metió un balón a la espalda de Bellvís. Julio Álvarez le ganó la partida y cruzó ante Sergio Aragoneses (58'). De ahí en adelante, un doloroso cúmulo de despropósitos. Ni Oltra ayudó desde el banquillo con tres cambios que desconcertaron más que aportaron soluciones a su equipo. Ya había retrasado a Richi para situar a Dinei en la punta, luego situó a Ayoze de lateral, más tarde cerró con tres defensas, tras la expulsión de Luna se vio obligado a sacrificar a Ángel en la banda y, por último, cuando fue expulsado Bertrán... ni se sabe cómo acabó colocado tácticamente sobre el terreno de juego el Tenerife.

Esas dos expulsiones fueron las únicas noticias destacadas tras el 3-0 porque ni siquiera los de Manzano parecían muy por la labor de hacer sangre con la situación del contrario. La roja directa a Marc Bertrán deja además la defensa insular en cuadro para el choque del miércoles ante el Athletic de Bilbao. Fue tan clara como innecesaria. El lateral ilerdense empujó a Pezzolano para impedir el 4-0 y, no sólo no lo consiguió, sino que se autocastigó completando una actuación muy alejada de sus posibilidades y de su regularidad habitual. Webó, que había roto en la salida de la jugada por la derecha del ataque local, pidió lanzar el penalty y lo convirtió (86'). El resto fue una petición de clemencia de los blanquiazules. Al rival para dejar las cosas como estaban. Y al árbitro para que no aplicara prolongación alguna. Ambos concedieron y se acabó la pesadilla.

JUAN JOSÉ RAMOS

No hay comentarios: